De Enrique Salazar A.
Era una ciudad no muy lejana y no tan desconocida, pero con características notables. Una de ellas era que una gran niebla de memorias erradas, emociones negativas y datos fallidos cubrían toda la ciudad bloqueándola de los rayos del sol, dejando a la ciudad en una total oscuridad. Otra característica es que los habitantes de esa ciudad no tenían nariz y la vista de sus ojos era débil.
Un buen día llegó a la ciudad un vendedor extraño. Su fuerte voz se hacía notar: -”Vendo lámparas y narices, vendo lámparas y narices...” Los habitantes de la ciudad se acercaban curiosos y expectantes, pero al notar el extraño brillo de la lámpara huían azorados o se retiraban diciendo ofensas al vendedor.
Uno de los ciudadanos hizo el miedo y prejuicios a un lado y compró una lámpara y una nariz. Poco después llegó a su casa ávido de comenzar a usar tales objetos. Así que al entrar por la puerta se colocó su nariz y encendió su lámpara.
¡Que doloroso fue olfatear su ambiente!... Un tufo horrible hirió sus fosas calando su cerebro. Con la luz de la lámpara trató de buscar el origen de tal hedor. ¡Que escena tan horrible vio!... Lo que él consideraba un hogar acogedor y agradable era en realidad un sitio donde la mugre, la basura, la podredumbre, alimañas y excrementos abundaban y pululaban por doquier. Miraba alrededor de su casa con una expresión de asco y asombro. No pudo soportar lo que veía y olía, asi que regresó a la calle a buscar a la persona que cambió su vida. No tardó en reencontrarse con el vendedor. Con el coraje en sus venas y las lágrimas en sus ojos reclamó herido.
-”¿Qué hiciste en mi vida?, ¿por qué eres tan inhumano?, ¡¡hiciste que mi hogar se convirtiera en un depósito de asquerosidades y de insalubridad!!... ¡¡Por Dios!!... ¿por qué tanta crueldad?”...
Sin inmutarse el vendedor le habló:
-”Yo no he cambiado nada de tu vida, lo único que hice fue mostrar lo que en realidad eres y cómo vives. Es tu responsabilidad el hecho de que hayas vivido siempre de esa forma. Yo te vendí dones que permiten asumir tu responsabilidad en tu vida. ¿Quieres que tu vida mejore?, pues comienza a limpiar todo. Limpia, sacude, lava y talla todo aquello que está contigo. Abre las ventanas de tu casa y limpia la neblina de memorias erradas para que la luz del sol entre en tu hogar. Al estar todo limpio las alimañas e insectos se marcharán y tu vida estará en esa paz que tanto has anhelado... Al limpiar tu vida mejorará y la de los tuyos también porque igual esa limpieza estará con ellos y comenzarán a limpiar y sanar su hogar. Asi que asume tu responsabilidad y comienza a limpiar tu vida o regresa tus dones para que prosigas con tu vida anterior llena de mugre, memorias y plagas”
El hombre no dijo nada, dio media vuelta y regresó a casa para sanar tu existencia.
Cuando se adquieren nuevos conocimientos, éstos nos muestran un nuevo nivel de la realidad de las cosas y de la vida. Ante esto la responsabilidad es lo que nos hace fuertes y comenzamos a limpiar y sanar.
La paz comienza conmigo. La felicidad comienza conmigo. La sanación comienza conmigo. El amor profundo comienza conmigo.
Un buen día llegó a la ciudad un vendedor extraño. Su fuerte voz se hacía notar: -”Vendo lámparas y narices, vendo lámparas y narices...” Los habitantes de la ciudad se acercaban curiosos y expectantes, pero al notar el extraño brillo de la lámpara huían azorados o se retiraban diciendo ofensas al vendedor.
Uno de los ciudadanos hizo el miedo y prejuicios a un lado y compró una lámpara y una nariz. Poco después llegó a su casa ávido de comenzar a usar tales objetos. Así que al entrar por la puerta se colocó su nariz y encendió su lámpara.
¡Que doloroso fue olfatear su ambiente!... Un tufo horrible hirió sus fosas calando su cerebro. Con la luz de la lámpara trató de buscar el origen de tal hedor. ¡Que escena tan horrible vio!... Lo que él consideraba un hogar acogedor y agradable era en realidad un sitio donde la mugre, la basura, la podredumbre, alimañas y excrementos abundaban y pululaban por doquier. Miraba alrededor de su casa con una expresión de asco y asombro. No pudo soportar lo que veía y olía, asi que regresó a la calle a buscar a la persona que cambió su vida. No tardó en reencontrarse con el vendedor. Con el coraje en sus venas y las lágrimas en sus ojos reclamó herido.
-”¿Qué hiciste en mi vida?, ¿por qué eres tan inhumano?, ¡¡hiciste que mi hogar se convirtiera en un depósito de asquerosidades y de insalubridad!!... ¡¡Por Dios!!... ¿por qué tanta crueldad?”...
Sin inmutarse el vendedor le habló:
-”Yo no he cambiado nada de tu vida, lo único que hice fue mostrar lo que en realidad eres y cómo vives. Es tu responsabilidad el hecho de que hayas vivido siempre de esa forma. Yo te vendí dones que permiten asumir tu responsabilidad en tu vida. ¿Quieres que tu vida mejore?, pues comienza a limpiar todo. Limpia, sacude, lava y talla todo aquello que está contigo. Abre las ventanas de tu casa y limpia la neblina de memorias erradas para que la luz del sol entre en tu hogar. Al estar todo limpio las alimañas e insectos se marcharán y tu vida estará en esa paz que tanto has anhelado... Al limpiar tu vida mejorará y la de los tuyos también porque igual esa limpieza estará con ellos y comenzarán a limpiar y sanar su hogar. Asi que asume tu responsabilidad y comienza a limpiar tu vida o regresa tus dones para que prosigas con tu vida anterior llena de mugre, memorias y plagas”
El hombre no dijo nada, dio media vuelta y regresó a casa para sanar tu existencia.
Cuando se adquieren nuevos conocimientos, éstos nos muestran un nuevo nivel de la realidad de las cosas y de la vida. Ante esto la responsabilidad es lo que nos hace fuertes y comenzamos a limpiar y sanar.
La paz comienza conmigo. La felicidad comienza conmigo. La sanación comienza conmigo. El amor profundo comienza conmigo.
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